viernes, 27 de junio de 2008

El Mahabharata y la Atlantida


El Mahabharata es una epopeya hindú que contiene más de 100.000 versos, distribuidos en dieciocho parvans o capítulos; su texto es cuatro veces más extenso que la Biblia y ocho veces más que el de la Iliada y la Odisea.

Fue compuesto por Sri Vyasa el Compilador (Krishna Davaipayana) , el abuelo de los héroes de esta epopeya.

Sobre cuando fue escrita, hay variadas fechas; según H.P. Blavatsky, se compuso al final de la Era de Cobre que precede a la edad del Kali Yuga, o sea, hace unos 5.000 años; aunque para otros autores, empezó a ser escrita entre los siglos XlV y XV a.C. En todo caso, la mayoría de los hindúes creen que narra hechos reales sucedidos entre el 3200 y el 3100 a.C.
Mahabharata significa la “Gran Guerra”. La historia principal de esta obra es el de una lucha dinástica por el trono entre los Pandava y los Kauravas. El Avatar Sri Krishna domina el conjunto y está rodeado por los Pandavas que triunfan en virtud de su justa causa. Los Kauravas son los opuestos y tienen entre ellos grandes héroes pero sucumben porque defienden una soberanía injusta.

Aunque su trama sigue una narración histórica, el Mahabharata es, en su conjunto, una enciclopedia de ética, conocimiento, política, religión, filosofía y dharma. Contiene la esencia de todas las escrituras. Su gran autor dice en el primer capitulo, sobre el contenido de la obra: “Lo que aquí se dice, lo hallarás en cualquier lugar; lo que no se halle aquí, no se encuentra en ningún otro lugar ".

Historia
El Mahabharata narra la historia de la Gran Guerra de la India entre los Pandava y los Kauravas. Éstos eran los hijos de dos hermanos, Dhritarashtra y Pandu, nacidos del sabio Vyasa.
Siendo ciego Dhritarashtra, Pandu le sucedió en el trono, pero confió el reino a su hermano mayor, yéndose al bosque, donde nacieron sus cinco hijos –Yudhishthira, Bhimasena, Arjuna y los mellizos Sadheva y Nakula-, llamados los Pandavas. Estos hermanos simbolizan, como dice el V. M. Sivananda, el dharma o la rectitud.

El rey ciego Dhritarashtra tuvo cien hijos -Duryodhana y los demás-, que eran llamados los Kauravas. Pandu murió durante la infancia de sus hijos y Dhritarashtra continuó reinando con ayuda de su tío-abuelo Bhishma, que había hecho voto de celibato de por vida.

Los príncipes Pandavas y Kauravas se criaron juntos y fueron educados y entrenados del mismo modo. Los dos grupos de príncipes se consideraban titulares del reino y miraban a los otros con hostilidad, creciendo de día en día las tensiones en sus relaciones y sentimientos.

Debido a su persecución por los Kauravas, los Pandavas abandonaron su casa y sufrieron tiempos duros y dolorosos, pero al casarse el rey Dhritarashtra con la hija de Drupada (pariente de ambos bandos que apoyaba a los Pandavas), envió por ellos y les concedió la mitad del reino.
Los Pandavas mejoraron su país y establecieron su capital en lndraprastha, realizando el sacrificio del caballo con gran pompa. Los Kauravas fueron también invitados a éste, pero viendo, la buena fortuna de los Pandavas y habiendo sido ofendidos y ridiculizados, sintieron celos y resentimiento, regresando a su hogar con sentimientos de enemistad y venganza. Conspiraron contra los Pandavas, invitándoles al juego, por medio del cual les ganaron todas sus riquezas, su reino e incluso sus personas, llegando a insultar y maltratar a su esposa, Draupadi, en presencia de todos.

Al final, quedó establecido que los Pandavas se exiliarían en el bosque durante doce años, pasando además otro año ocultos, sólo después de lo cual podrían recuperar su reino perdido. Los Pandavas así lo hicieron; pero, a su regreso, los Kauravas se negaron a devolverles su reino.

Esta actitud dio lugar a una guerra familiar, en el curso de la cual perecieron los Kauravas junto con los dos ejércitos, sobreviviendo tan solo los Pandavas, quienes obtuvieron la victoria final.

Los Pandavas fueron ayudados por Sri Krishna y por otros parientes, sumando su ejército siete batallones. A los Kauravas les ayudaban también sus parientes y amigos, sumando su ejército once batallones. Sin embargo, los Pandavas ganaron por seguir una causa recta y por la gracia divina.

Los personajes del Mahabharata
El V.M. Sivananda da a cada personaje unas características éticas. Así el noble y heroico abuelo Bhishma nos inspira con su espíritu de servicio desinteresado, su impávido coraje y su pureza; Yudhisthira es modelo de justicia y rectitud; a Karna, un hermano secreto de los Pandavas, aún se le recuerda por su gran generosidad; Arjuna es el hombre perfecto y el señor Krishna es el protector y el salvador.

El ciego Dhritarashtra representa la ignorancia; Yudhisthira, el drama; Duryodhana, el adharma; Draupadi, esposa de los Pandavas, representa Maia; Bhishma, el desapasionamiento; Dussana, hermano de Duryadhona, las cualidades negativas; Sakuni, tío de Duryadhona, los celos y la traición; Arjuna el alma individual; Krishna, el alma suprema, etc.

Todos estos héroes practicaron una austeridad, o Tapas, severa, obteniendo dones del Señor. Ésa es la razón por la que pudieron realizar tan maravillosos actos heroicos, que escapan a toda descripción.

Draupadi, Savitri, Kunti, Madri, Damáyanti y Gandhari eran muy devotas hacia sus esposos. Eran osadas e intrépidas al verse sometidas a dificultades, penalidades, sufrimientos y privaciones extremos. Eran devotas y soportaban sus sufrimientos gracias a la fuerza de su castidad y a su fortaleza moral. Eran esposas y madres ideales. Ésa es la razón por la que dejaron tras de sí nombres inmortales.

A pesar de todo lo que los Pandavas padecieron, tuvieron la suficiente fortaleza de no abandonar nunca el dharma.

Aunque parece una contradicción, los Pandavas que en la epopeya siempre siguen el camino del dharma y la rectitud, y además tienen a Krishna de su lado, pasan por todo un calvario, intentos frustrados de asesinato por parte de sus primos, 12 años de exilio en el bosque más uno oculto, etc. Sivananda explica que en el camino a la verdadera meta de la vida, la perfección, se ha de transitar por del dolor y el sufrimiento; sabiendo sufrir, el hombre es modelado, disciplinado y fortalecido.

De igual modo que el oro impuro se convierte en oro puro, eliminadas sus impurezas, fundiéndolo en el horno, el hombre impuro e imperfecto es, así mismo, purificado, perfeccionado y fortalecido fundiéndose en el horno del sufrimiento consciente.

El Quinto Veda
El Mahabharata es la epopeya india de mayor renombre, un libro único en su tipo en el mundo entero. Se le llama, también, el Quinto Veda.

Contiene incontables historias además del episodio principal, o Mahabharata, todas las cuales enseñan lecciones éticas o ilustran algunas características de los antiguos habitantes de la India.

Resume la historia de la vida política, social y religiosa. Las historias, canciones, cuentos de cuna, anécdotas, parábolas, discursos y dichos contenidos en esta epopeya son maravillosos y muy instructivos. Contiene las brillantes crónicas de héroes poderosos, guerreros que realizaron grandes hazañas, pensadores profundos, elevados filósofos, sabios y ascetas, y esposas castas y devotas.

El sexto capítulo, el Bhishma Parva, del Mahabharata contiene el sagrado evangelio del Srimad Bhagavad Guita, el diálogo entre el Señor Krishna y Arjuna. El Guita es la perla más preciada del poema, la esencia del Mahabharata.

Puesto que se da en el Bhagavad Guita tanta preeminencia al tema del Yoga, no cabe duda de que también el resto del Mahabharata, que lo menciona directa y alegóricamente, constituye un tratado de Yoga. Es interesante recordar las palabras que abren y cierran esta gran epopeya. Comienza diciendo: «Vyasa cantó acerca de la grandeza y el esplendor Inefables del Señor Vasudeva, quien es fuente y soporte de todo, quien es eterno, inmutable y auto-iridiscente, y quien mora en el interior de todos los seres, así como acerca de la veracidad y la rectitud de los Pandavas.»

Y acaba diciendo:
“Con mis brazos alzados en alto, grito a voz viva, pero, ¡ay!, nadie escucha mis palabras, las cuales pueden proporcionar la paz suprema, la felicidad y la dicha eterna. Se pueden obtener riqueza y todo objeto de nuestro deseo por medio del dharma (la rectitud o el deber). ¿Por qué no lo practica la gente entonces?

No se debe abandonar el dharma bajo ningún pretexto, aun a riesgo de la propia vida. No se debe eludir el dharma por causa de la pasión, el miedo, la codicia, ni siquiera para conservar la propia vida. Medita acerca de ello diariamente, oh hombre, al retirarte a dormir y al levantarte cada mañana.

Conseguirás cualquier cosa que le propongas. Conseguirás gloria, fama, prosperidad, una vida larga, dicha eterna, paz imperecedera e inmortalidad.”

Epopeya histórica y alegórica
Este poema ante-homérico narra en verdad la Gran Guerra Ario-Atlante que interesó por igual a los cielos y a los hombres. Al respecto dice el V. M. Samael:

“La Gran Guerra entre las Razas Solar y Lunar en la sumergida Atlántida, fue maravillosamente cantada por los orientales en el Mahabharata". Dicen las tradiciones que esa guerra duró muchos millares de años.

Ésta es la guerra o serie de guerras casi contiguas que duraron siglos desde hace 800.000 años, fecha en que, según la Doctrina Secreta, acaeciera la primera de las tres catástrofes atlantes, y hace 200.000 años la segunda, hasta la última de la Isla de Poseidonis, frente a Gades, acaecida hace unos 11.000 años.” Mensaje de Navidad 1967.

Estas terribles guerras han sido histórica y simbólicamente cantadas en las epopeyas del Mahabharata. Las fechas exactas nunca se describen en los mismos textos. En general, los antiguos no tenían el sentido de la cronología ni de la historia que tenemos actualmente, por lo que los investigadores encuentran datos contradictorios; debemos entender que, más allá del tiempo y el lugar, los hechos y la historia se repiten, y que lo que los viejos textos transmiten es una verdad y unas enseñanzas dirigidas no sólo al intelecto sino a todos los centros psico-físicos del lector, integrando aspectos de moral, política, historia, cosmología, religión, filosofía, poesía, etc.

El Mahabharata es el prototipo literario mejor conservado alusivo a esa gran guerra entre los pueblos de la Buena Ley (magos de la derecha) y los de la Mala (o magos de la izquierda). Por lo mismo que en él se habla de la lucha entre hombres solares y lunares de la Atlántida, lucha perpetuada después entre los arios y los restos de lo pueblos que sucumbieron en la gran catástrofe.

“Entre unos y otros ario-atlantes se riñó la Gran guerra que poéticamente nos recuerda el Mahabharata”. (Roso de Luna)

Este texto y otros son el firme testimonio de que, si bien en nuestros días toda la historia ario-atlante es menospreciada como fábula, lo cierto es que antes de llegarse a los tiempos que llamamos históricos, acaecieron colosales luchas religiosas como triste herencia de la Atlántida, las cuales están simbolizadas en las luchas de los Titanes griegos o en las del Mahabharata hindú.
Por otra parte, en su carácter legendario el Mahabharata envuelve una alegoría filosófica relativa a la eterna lucha entre el Bien y el Mal, Roso de Luna explica que esta obra maestra, con el fondo de una guerra histórica, canta la lucha eterna entre el Bien y el Mal sobre la cabeza del hombre y de la humanidad a lo largo de su vida física.

Por tanto, la batalla del Mahabharata se libra aún en nuestro interior. Sobre esto, dice Sivananda: “La ignorancia, o avidya, está representada por Dhritarashtra. El alma individual, por Arjuna. Quien habita en tu propio corazón es Krishna, el Carretero. El cuerpo es tu carruaje. Los sentidos, o Indriyas, son los caballos. La mente, el egoísmo, los sentidos, las impresiones (samskaras), los deseos (vásanas), los anhelos, la atracción y la repulsión (raga-duesha) , la pasión, los celos, la avaricia, el orgullo, la hipocresía, etc., son tus enemigos acérrimos.”
Kurukshetra, el campo de batalla, es la vida física. Vivir significa luchar, pues la vida es una batalla entre las fuerzas del bien y del mal, de lo divino y lo demoníaco, de la pureza y de la pasión, que están en constante enfrentamiento.

Decaimiento de la virtud
El Mahabharata termina con la muerte del dios Krishna -hace unos cinco mil años-, y el final de su dinastía con el ascenso a los cielos de los hermanos Pandavas junto a los dioses. Ese momento también marca el principio de la Era de Kali, el Kali Yuga. Ésta es la cuarta y última edad de la humanidad, donde los grandes valores y las ideas nobles que la humanidad representa están desmoronados, y los hombres se dirigen rápidamente hacia la disolución completa de la moralidad y la virtud en general.

Esta leyenda que tiene por marco las guerras del Kali Yuga atlante y ario, en sus capítulos va explicando las verdaderas causas humanas y cósmicas de la virtud y el pecado para que el hombre pueda guiarse hacia su verdadero destino de Perfección.

En el capítulo del Mahabharata, “El lago de la muerte”, Yudhistira es interrogado por Dharma, que aparece como su padre, dándonos una idea de todas las virtudes que una vez fueron nuestras y que se fueron perdiendo hasta encontrarnos en la situación en la que estamos, es decir, en el Kali Yuga o la Edad de Hierro, una edad en la que el materialismo es nuestro único Dios, y en la que nuestra alma es el dinero.

Eso mismo debió ocurrirle a la pasada civilización, anterior a la nuestra, llamada la Atlántida. La humildad dio paso al orgullo, y por consecuencia, al alejamiento de la divinidad; se dio paso a la soberbia y a la falta de la vergüenza, esencial para el arrepentimiento y para apartarnos de los actos deshonestos. Cuando la injusticia sustituye a la justicia y la misericordia se ha olvidado, ¿quién va a querer volver a Dios?, ¿quién va a querer tener el conocimiento verdadero?

Cuando una civilización como la Atlántida, al igual que la nuestra, llega a ese grado de materialismo, se apodera de los seres humanos la ignorancia, que va unida al dolor y al vivir sin sentido, sin saber ni por qué ni para qué estamos en este mundo. En estado de ignorancia cometemos errores, y si no somos lo suficientemente humildes para reconocerlos y aprender de ellos con la autocrítica, es entonces cuando nos volvemos inmorales y malvados.

Al llegar a ese punto entra el miedo y el temor, de los que la mala voluntad es su hija, y la maldad se apodera de nuestro corazón.

En este estado de cosas, en el capítulo V, “Udyoga Parva”, Vidura explica a Dhritarashtra el tipo de personas que no pueden dormir, a saber: un hombre que desea la mujer de otro, un ladrón, alguien que ha perdido toda su riqueza o piensa en que la perderá, un hombre fracasado y otro deprimido por alguien más fuerte.

Los ignorantes tienen por principales características que son vanos y orgullosos, y cuando quiere obtener algo, nunca dudan, en emplear medios deshonestos. Tienen disposición para desear lo que no tienen derecho a desear y los poderosos les hacen sentir envidia.

La persona a quien los dioses condenan a la derrota tiene sus sentidos fuera de control y así se inclina por los actos innobles. Cuando el intelecto se oscurece y se acerca la destrucción, la maldad disfrazada de virtud golpea fuertemente el corazón, y el intelecto así nublado conduce el hombre a la derrota.

Controlar el habla es imprescindible, una charla intencionada puede hacer mucho bien, pero una mal intencionada puede clavarse en el corazón como un daga y es muy difícil sacarla.

Una persona sabia debe comprender el Bien y el Mal con la ayuda del intelecto, mejor dijéramos con la inteligencia, debe conquistar los sentidos y debe abstenerse de las mujeres, los dados, la caza, hablar con rudeza, la bebida, la severidad en el castigo y de malgastar la riqueza. Sabe que el bien más alto es la justicia, y la paz suprema es el perdón. La alegría suprema es el conocimiento, y la felicidad suprema es la benevolencia.

Para que una persona aspire a ser sabia y no tenga peligro de caer en la degeneración, ha de adorar cinco cosas: el padre, la madre, el fuego, el preceptor y el alma. A su vez ha de evitar seis faltas: el sueño, la modorra, el miedo, la ira, la indolencia y la tardanza. Y saber que hay tres cosas que destruyen el alma: la lujuria, la ira y la codicia

Esta clase de personas no saben que es la virtud: el iracundo, el hastiado, el distraído, el enfadado, el famélico, el afligido, el codicioso, el amedrentado y el lujurioso.

El sacrificio, el estudio, el ascetismo, los donativos, la verdad, el perdón, la misericordia y la alegría constituyen los ocho caminos diferentes de la justicia.

La inteligencia, la tranquilidad mental, el autocontrol, la pureza, la abstinencia de palabras rudas y el no desear hacer nada que desagrade a los amigos son las siete cosas que se consideran como el combustible de la llama de la prosperidad.

Las cuatro Eras
En los tiempos del Kali Yuga, el materialismo se hace tan poderoso, que incluso, una civilización tan poderosa como lo fue la Atlántida al perder los valores del Espíritu desapareció.

En la existencia de una civilización se desarrollan cuatro etapas o eras; la primera, cuando el hombre gobierna en el mundo, entera y estrictamente, en la Ciencia de la Justicia (el Dandaniti) se dice que establece el Kitra Yuga o la Edad de Oro, la mejor de todas las eras. Durante esta época, la tierra da cosecha sin, ni siquiera, ser cultivada y la justicia prevalece ante todo, en la tierra reina la paz y nada más que la paz.

Cuando el hombre sólo lleva tres cuartas partes de este Dandaniti, aparece la Era de Treta Yuga o la Edad de Plata.

Una cuarta parte del dharma ha desaparecido en él y una porción igual de adharma ha entrado. En esta era, la tierra produce cosechas pero espera a que se la cultive, la cosecha ya no es espontánea.

Cuando el hombre sirve sólo a la mitad del tratado Dandaniti, la era que aparece es Dwapara o la Edad de Cobre, la mitad de la justicia se ha disipado siendo reemplazado por la injusticia, equiparándose a partes iguales el dharma y el adharma. En esta época, incluso aunque la tierra sea cultivada, sólo produce la mitad de la cosecha.

Cuando el hombre ignora el edicto de Brahma y empieza a oprimir al pueblo, aparece el Kali Yuga o la Edad de Hierro. La injusticia y el caos reinan por todas partes sin que quede rastro de justicia. El mundo se convierte en el hogar de la anarquía y las enfermedades someten a los hombres haciéndoles morir prematuramente. Las nubes no sueltan su lluvia en las estaciones y las cosechas se pierden.

El karma
La mítica ley del karma, la ley de acción y consecuencia, desempeña un papel integral en la comprensión del Mahabharata.

Esta leyenda abre acertadamente esta época del Kali Yuga donde el bien y el mal iban a reinar con fuerzas casi iguales, donde los problemas y las funciones del karma iban a ser tan complicadas.

Al principio no había ningún rey, ni ningún castigo. Todos los hombres eran justos y se protegían unos a otros. Con el paso del tiempo los corazones de los hombres comenzaron a ser invadidos por el error, y es entonces cuando la mente empieza a oscurecerse y el sentido de lo justo y de lo injusto empieza a desvanecerse.

El primer error que entra en el corazón de un hombre es la codicia. Cuando ésta entra, los hombres desean cosas que no les pertenecen. El segundo error fue la lujuria acompañado de la ira. Cuando estas pasiones entraron dentro de los corazones de los seres humanos, la justicia se fue perdiendo poco a poco.

Los Dioses, al percatarse de esto, se dirigieron a Brahma para poder salvar la situación y éste escribió un tratado que se componía de cien mil lecciones formulando las normas de corrección. Los principales preceptos de este tratado versaban sobre dos aspectos: el castigo público y el castigo secreto. Este tratado llamado Dandaniti, sería compuesto para la propagación del dharma, artha (riqueza, poder) y kama (dicha) complementado por el castigo para proteger al mundo. Los hombres serán principalmente guiados por el castigo.

El deber de un ser humano es buscar las riquezas, pero no las riquezas materiales sino las riquezas del corazón, que tienen su raíz en la virtud.

Ha de tener sus pasiones bajo control como el auriga que conduce a sus caballos donde le place y estos le obedecen. Cuando esto no ocurre y pasa lo que en estos tiempos nos está pasando, la mala voluntad es el dominador y por consiguiente el ser humano va entrando en un proceso progresivo de degeneración, donde la humildad es sustituida por la soberbia y no nos acordamos apenas de nuestros padres. El caos se apodera del mundo debido al egoísmo de nuestro corazón.
Lo superficial y la mediocridad es cada vez mayor y cuando se cumple el tiempo donde el pecado del mundo es tan grande, a pesar del castigo o el karma en que estamos sometidos para el equilibrio de este mundo, es entonces cuando una civilización ha de terminar, como le ocurrió a la Atlántida.

Lo que hace a una civilización caer en la más absoluta degeneración y desaparecer es la pérdida de todos los valores que posee nuestra Conciencia humana.

Enseñanzas
Todo el conjunto es una enciclopedia de enseñanzas de moral, de historia y de religión como no hay igual en la literatura del mundo.

El mensaje del Mahabharata es el de la Verdad y la Rectitud. Esta gran epopeya produce un despertar ético en sus lectores, exhortándoles a seguir el camino de satia y dharma.

Les induce a hacer buenas obras, a practicar el dharma, a cultivar el desapasionamiento comprendiendo la naturaleza ilusoria de este universo y de sus glorias vanas y placeres sensoriales, y a alcanzar la Dicha y la Inmortalidad eternas.

Le incita a uno a actuar como hicieron Yudhishthira y los demás héroes. Adherirse al dharma con tenacidad es alcanzar la felicidad imperecedera y moskha, el summum bonum de la vida. Éste es el significado final o la enseñanza central del Mahabharata.

Que las enseñanzas de esta ilustre y antigua epopeya nos guíen durante toda la vida. Que estos grandes personajes del Mahabharata nos inspiren.

viernes, 13 de junio de 2008

La participación de la masonería el 25 de Mayo de 1810

La Plata - Durante años, la participación de la masonería -organización discreta no secreta- en los sucesos de mayo de 1810, ha sido objeto de múltiples discusiones y no menos desencuentros. Sin embargo, se puede afirmar sin temor a equívoco, que a la Masonería Rioplatense de la época, no sólo le cupo una decidida acción en dichos acontecimientos, sino además, que su intervención resultó decisiva para el éxito del movimiento revolucionario. Sus lemas fueron la Libertad, la Igualdda y la Fraternidad.
Conmemorar la Revolución de Mayo de 1810, conlleva la necesidad de rescatar los tres aspectos etimológicos del vocablo: Hacer memoria, Honrar la memoria y Hablar de esa memoria.Tradicionalmente, los homenajes a la fecha patria, reconocen sólo dos de estos aspectos: el honrar y el hablar -triada filofófica y básica-. En efecto si se repasan tanto los desarrollados a nivel educativo como luego los institucionales, observamos que, básicamente se dirigen a reivindicar la figura de los protagonistas, honrando así su memoria o a mencionar circunstancias, las más de las veces anecdóticas y pueriles sobre el acontecimiento, hablando de esta manera del acontecimiento, sin llegar casi nunca al tercer y más importante aspecto, es decir el Hacer o el Construir la memoria del hecho Revolucionario.Se advertirá que, a esta última finalidad se aviene con particular eficacia no sólo la definición vulgar de la voz “triada”, sino la complementaria y enriquecida del neoplatonismo, que ve en la misma, a más del conjunto de tres cosas o personas, la unión del ser, la inteligencia y el alma de las cosas y los acontecimientos (4).La utilización del ternario, sus diversas acepciones y derivaciones en el trabajo de esta noche, no han de verse únicamente como juego dialéctico, etimológico o simbólico, sino como un medio particularmente masónico de edificar la memoria de la Revolución de Mayo 1810, a partir de un conjunto de triadas, usualmente pasadas por alto, y de las cuales, la primera, está dada por la propia estructura del acta suscripta entonces que consta en el Cabildo, la que analiza sólo tres aspectos del hecho histórico, en el siguiente orden: antes que nada, sus antecedentes, en segundo lugar la Revolución en sí, y finalmente, la participación en dicho movimiento.

Algunos de sus Antecedentes.Razón le asiste a Felipe Pigna cuando afirma que “los hechos de Mayo son absolutamente inexplicables sin la comprensión necesaria de la situación europea”(5).Una triada de nombres, usualmente no mencionados, pueden constituir un primer modo de acercamiento a la comprensión de aquella situación. Nos referimos a JAMES WATT, MANUEL GODOY y a Doña CARLOTA JOAQUINA.El primero, nacido en Birmingham, Inglaterra, el 19 de enero de 1.736, aprendió de su padre el uso de las herramientas y útiles náuticos. A la vez, su pasión por las matemáticas lo trasladó a Londres, lugar donde a más de la docencia, pudo dedicarse al estudio de los usos y aprovechamiento del vapor, logrando desarrollar la “máquina de vapor” que le daría celebridad. La genial invención habría de difundirse inmediatamente en Gran Bretaña, pasando luego a Francia y al resto del continente europeo. Este hecho tecnológico significó el nacimiento de la industrialización a gran escala, de la producción en masa, a la vez que cimentó el afianzamiento del capitalismo; circunstancias todas que confluyeron a gestar el fenómeno universalmente conocido como “revolución industrial”, operándose a partir de la misma los más profundos cambios no sólo en lo económico, sino también en lo político y en lo social.En lo que hace al tema que nos ocupa, creemos que lejos habría de estar nuestro James Watt de tal siquiera imaginar que este movimiento, derivado de su inventiva y amor a la mecánica, devendría en lo inmediato en el conflicto entre Inglaterra y Francia por el control de los mercados y tendiente a plasmar la preeminencia económica de alguna de las dos potencias. La necesidad de ubicar los productos, ahora fabricados masivamente, y la de asegurar las materias primas necesarias para su elaboración, involucran en la disputa a la América Hispana, tanto como potencial adquirente de los primeros, como proveedora de las segundas.El segundo, Don Manuel Godoy, natural de Badajoz, nacido el 12 de mayo de 1.767 supo desde joven granjearse la simpatía de la Corte Española, al extremo de que a los 22 años se erige en el favorito del Rey Carlos IV y amante de su esposa, la reina María Luisa. Desde tan privilegiada posición, puede decirse que desde 1.789 maneja los destinos de España para contento de sus amigos y desgracia de sus enemigos. Entre aquellos deben contarse a los partidarios de las luces y de la educación y entre los últimos a los ultramontanos, sostenedores del poder eclesiástico. A la vez que puso freno a la inquisición, permitió el regreso a España de los judíos, propulsó la educación creando Colegios y Universidades entre las que destacan el real Colegio de Medicina, el Cuerpo de Ingenieros y la Escuela de Veterinaria. Sin embargo, la posteridad ha de recordarlo como el responsable directo de la caída del reino español en manos de Napoleón, luego de las vergonzosas abdicaciones de Bayona que culminaron con el alejamiento de Carlos IV y posteriormente de su hijo Fernando VII.Tampoco creemos que por la mente del “favorito” Godoy, pasara que tras la pérdida de España, de alguna manera por él permitida, se facilitaría en gran medida la tarea emancipadora americana, al darle a los patriotas su más sólido argumento ideológico-jurídico, basal de la civilización occidental: La desaparición de la metrópoli revertía la soberanía en el pueblo, el que a partir de ese momento, tenía el derecho de darse un nuevo gobierno.La tercera, Doña Carlota Joaquina, hija de Carlos IV, hermana de Fernando VII, nacida en 1.755 y casada con Juan VI de Portugal, en la idea, concebida por Floridablanca, de afianzar la unión entre España y Portugal, supo distinguirse como mujer enérgica, interesada en los asuntos públicos y de grandes ambiciones. La invasión napoleónica a Portugal en 1.807 hizo que la Corte Portuguesa se trasladase a Brasil, instalándose en Río de Janeiro e intentando extender sus dominios al Virreinato del Río de la Plata. Su condición de única miembro de la familia real española en libertad, alimentaron sus ansias en tal dirección, no habiendo sido pocos sus partidarios entre los patriotas de mayo.(6)No pensamos que la Infanta haya presupuesto, que la prodigalidad de sus ambiciones, señalase a los Americanistas del Plata la necesidad de acortar los plazos y acelerar las decisiones, en vistas de una situación europea que, a 1.810 se presentaba como inmejorable a sus designios independentistas.El análisis de los antecedentes, obliga a considerar también la influencia que sobre los acontecimientos de Mayo de 1.810 debe atribuirse al “absolutismo español”. El estudio del mismo nos permite arriesgar una nueva “triada”, ya que como bien señala Juan González Calderón, el absolutismo de España se manifestaba en lo político, lo económico y lo religioso. (7)El absolutismo político, instrumentado por el nombramiento de las autoridades ejecutivas y administrativas por el rey; la legislación de Indias dictada en la Metrópoli, con expresa prohibición de representación popular alguna que significase la participación de los naturales, tendía a la formación de dóciles vasallos en vez de ciudadanos libres. Esto, sumado al desprecio de que eran objeto los americanos por parte de los españoles europeos, fue produciendo una diferenciación en dos clase sociales que tendrían la oportunidad de enfrentarse en el movimiento de mayo.El absolutismo económico, caracterizado por restricciones injustificadas al comercio y un sistema fiscal opresivo, imponía a las colonias el peso de una metrópoli que se reservaba para sí altos lucros en la intermediación con la nueva Europa industrial, negando a sus dominios americanos la posibilidad de un contacto directo con ella, con la consiguiente doble ventaja que este hecho hubiese implicado, primero en cuanto al pago de menores precios de importación, y segundo por la mayor ganancia derivada de la exportación de los productos locales.El tercer elemento de esta triada, el absolutismo religioso, implantado a través de la legislación indiana, que hería al americano en lo más profundo de su ser, violentando arbitrariamente su libertad de conciencia. Basta recordar la Ley 28, lib. 1º, tít. 1 que establecía la confiscación de la mitad de los bienes a todo aquel que muriese sin “confesar devotamente sus pecados y recibir el santísimo sacramento de la Eucaristía, según lo dispone nuestra Santa Madre Iglesia”. En sentido similar, la Ley 15, lib. 1º, tít. 24, disponía “que no se concedan licencias para imprimir libros en sus distritos y jurisdicciones, de cualquier materia o calidad que sean, sin proceder la censura, conforme está dispuesto y se acostumbra”.


La RevoluciónA modo de introito, vaya una triada de citas:“En el mes de mayo, me mandaron llamar mis amigos de Buenos Aires, diciéndome que era llegado el caso de trabajar por la patria para adquirir la libertad e independencia deseada, volé a presentarme y hacer cuanto estuviese a mis alcances”. Manuel Belgrano.(8)“La Revolución de Mayo de 1810, es el acontecimiento más importante ocurrido en estas tierras en el siglo XIX . . . marcó el comienzo de trascendentes transformaciones políticas, sociales, culturales e ideológicas en la sociedad rioplatense”. Félix Luna. (9)“Los sucesos de Mayo merecen ser estudiados en sus menores detalles. Anuncian la alborada espléndida de una nación de inmenso porvenir”. Alberto Palcos.(10)Remarcada por los citados la importancia del tema, antes de su desarrollo, concédaseme una licencia a fin de poder remontarme brevemente a la etimología de la voz “mayo”. Es posible que estas breves separatas del tema principal aparezcan como ociosas, pero al rescatar la importancia de esta ciencia como “historia de las palabras”, de hecho que la misma puede ayudarnos a desentrañar los primeros conceptos de los vocablos. En tal sentido, recordemos que el mes de mayo es el tercero del calendario masónico y quinto del gregoriano. De sus orígenes latinos rescatamos la voz “maius” de significación mes de “maia”, Diosa de la primavera entre los antiguos romanos, lo que aseguraba a su mes la prodigalidad en dones. De allí, la tal vez inconsciente coincidencia con la precedente cita de Palcos en cuanto a la palabra “alborada”, utilizada por éste a modo de nacimiento o génesis de la nueva Nación.Disgresiones aparte, cabe ahora adentrarnos en el tema de fondo: “La Revolución”.En aras del orden propuesto en el epígrafe, se propone a los lectores una primera triada para la consideración del hecho revolucionario. Partiendo de la llegada al Puerto de Montevideo de la fragata inglesa “John Paris” el día 13 de mayo, con la noticia de la caída de Sevilla en manos de Napoleón, se precipitan los acontecimientos en Buenos Aires, en una sucesión cronológica de tres fechas de cuyo análisis no podemos prescindir: el Cabildo Abierto del día 22, la Contrarrevolución y el Cabildo del 25.La primera, la del cabildo del 22. Antes y más allá de su trascendencia en orden al resultado de su decisorio, debe rescatarse por su valor como expresión primigenia de la soberanía popular en esta parte de la América. De los 450 invitados, concurrieron 251, de los cuales 94 eran comerciantes, vecinos y hacendados, 93 empleados y funcionarios, 60 jefes y oficiales de mar y tierra, 27 profesionales liberales y 25 clérigos y frailes. La cuestión medular a determinar era responder al interrogante de saber “si se ha de subrogar otra autoridad a la superior” que ejercía el virrey en nombre de Fernando VII, y en caso afirmativo, ¿en quién debía recaer la designación?. No viene a cuento reseñar las largas discusiones sobre el particular, sino enfocar la atención sobre los aspectos más relevantes del debate, rescatando al efecto una triada de oradores, que resumen las distintas posiciones. Al primero que nos referimos es al Obispo Benito de Lué y Riega, quien enfáticamente negó el derecho de los americanos para hacer innovaciones en el gobierno, rescatando el hecho de que las Indias eran propiedad de España y de sus hijos quienes eran los únicos con derecho a gobernarlas. La soberanía del gobierno residía en España y era privativa de españoles. Correspondió a los masones Castelli y Paso rebatir dichas argumentaciones y sentar con singular acierto la doctrina de la autodeterminación soberana de los pueblos. Castelli, formado en Chuquisaca, ilustrado tanto en las doctrinas de la soberanía popular de Domingo de Soto, Francisco Suarez y Francisco de Vitoria, conocía por otro lado las más modernas concepciones contractualistas de Rousseau, Hobbes y Locke. Sostuvo en la oportunidad que habiendo caducado la España, con ella también lo han hecho sus autoridades, correspondiendo en consecuencia al pueblo reasumir la soberanía y designar las autoridades que estime convenientes a sus intereses. Como bien señala González Calderón (11), correspondió a Paso completar la exposición fundando la legitimación de Buenos Aires para actuar en nombre de todo el Virreinato, cuando sobre el particular señaló que “así como los hermanos o los amigos podían tomar legítimamente el negocio ajeno para beneficiar al ausente . . ., así una capital o un pueblo enterado del peligro común, tenía la facultad y el derecho de tomar la gestión del asunto, sin perjuicio de someterse después a la aprobación de sus condóminos o consocios . . .”. Las exposiciones reseñadas, fundantes de una nueva concepción referida al ejercicio de los derechos políticos, fue aprobada con amplitud, estableciéndose que el virrey debía cesar en el mando.El segundo aspecto de la triada se vincula con la contrarrevolución orquestada desde el Cabildo, el que desconoció el pronunciamiento del pueblo a instancias de elementos realistas y reaccionarios, estableciendo en contra de lo expresamente decidido, una Junta de Gobierno encabezada por el Virrey antes depuesto.Si bien los sucesos del 25 son ampliamente conocidos, no podemos dejar de remarcar que sólo la decidida acción del grupo patriota impidió la concreción de la maniobra contrarrevolucionaria, instaurando lo que la posteridad ha conocido como el “primer gobierno patrio”, objeto de esta conmemoración.No podemos cerrar el capítulo revolucionario, sin mencionar una triada de sus efectos, que como principios básicos informan la Constitución de la Nación y constituyen los pilares sobre los que descansa nuestro sistema republicano: la soberanía popular, el sistema federal y el principio representativo.


La Participación Masónica.Durante años, la participación de la masonería en los sucesos de mayo de 1810, ha sido objeto de múltiples discusiones y no menos desencuentros. Sin embargo, se puede afirmar sin temor a equívoco, que a la Masonería Rioplatense de la época, no sólo le cupo una decidida acción en dichos acontecimientos, sino además, que su intervención resultó decisiva para el éxito del movimiento revolucionario.La aparición de nuevas obras sobre el tema, la reconsideración de antiguas fuentes documentales y la tarea de jóvenes investigadores deseosos de profundizar esta cuestión, han contribuido grandemente a echar luz sobre el particular. Así por ejemplo, un muy documentado trabajo de Enrique de Gandía, el examen minucioso de la autobiografías de Saavedra, Belgrano y Guido y los más recientes estudios de Patricia Pasqualli, permiten arribar a la ya esbozada conclusión de que: la actuación de las logias y de los masones del Río de la Plata fueron determinantes en los acontecimientos de Mayo de 1.810.Para el estudio del tema, podríamos arriesgar una última triada, siguiendo el orden siguiente: -El Estado de la Masonería en el Río de la Plata a principios del siglo XIX-; -La Actuación de los Patriotas Masones- y -la Identidad entre el Ideario Revolucionario y el Masónico-.En la “Independencia de América y las Sociedades Secretas”, Enrique de Gandía (12) realiza un pormenorizado análisis sobre el primer aspecto. Sostiene que para 1810, la masonería había adquirido importante desarrollo en Buenos Aires. Entre los testimonios citados, figura el del General Enrique Martínez, el que en carta a Andrés Lamas declara que “desde época remota existía la sociedad masónica y Peña y Vieytes pertenecían a ella”. La época a la que refiere es la del Virrey Sobremonte, cuando la logia fue descubierta a raíz de una fuerte tormenta que arrastró mandiles y demás ornamentos. Agrega el General que la Jabonería de Vieytes era el lugar donde se reunía la logia “Amigos de la Libertad”.Tales circunstancias hacen que Gandía arriesgue que ya para 1.795 existían trabajos masónicos en la capital del virreinato. Menciona a la muy conocida Logia San Juan de Jerusalén fundada en 1.804 por Juan de Silva Cordeiro, y cita a Ignacio Núñez, que en sus recuerdos afirma que las Invasiones Inglesas contribuyeron grandemente al fortalecimiento de la labor masónica.Por su parte, Francisco Grilló, en sus “Episodios Patrios”, revela una comunicación de la Gran Logia de Versalles de 1795, dirigida a la Logia Independencia de Buenos Aires. Sobre esta misma Logia, el Coronel inglés Santiago Burke, narra que cuando se iba de la ciudad en 1809, fueron a despedirlo “un número de las principales personas del lugar, mis viejos amigos de Independencia”.El General Miller, de hecho poco afecto a la masonería, escribe en sus “Memorias”: “un club, llamado la logia, se ha introducido con el objeto ostensible de promover la emancipación de la América Española . . .”(14).Los testimonios citados, revelan que a la fecha del movimiento emancipador, la masonería era importante en Buenos Aires y se expresaba a través de varias logias, entre las cuales, las más conocidas históricamente han sido la San Juan de Jerusalén, la Independencia o Amigos de la Libertad y la Sociedad de los Siete, todas anteriores a la Lautaro..La importancia del estudio de la segunda cuestión, referida al accionar de los patriotas masones, queda de manifiesto por el protagonismo que los mismos tuvieron durante los sucesos revolucionarios y en la conformación de la Primera Junta de Gobierno.Los autores citados, a los que podemos sumar el Dean Funes, Zinni y Alcibíades Lappas, coinciden en cuanto a la pertenencia masónica de: Saavedra, Belgrano, Moreno, Matías Irigoyen, Donado, Chiclana, Paso, Castelli, Nicolás Rodríguez Peña, Berutti, Guido y Vieytes, entre otros muchos (15). Muchos atentos lectores podrán advertir que los masones enunciados fueron los principales protagonistas del cabildo del 22, se los sucesos posteriores y del gobierno emanado del movimiento revolucionario.Más que ilustrativo respecto al rol de la Orden y de los masones resulta el testimonio del General Tomás Guido, quien en sus Memorias revela tales circunstancias de modo insuperable, atendiendo a su condición de protagonista. Dice el ilustre militar y masón respecto a la tarea de los masones al tomar éstos conocimiento de la pretendida contrarrevolución: “En la tarde del mismo día fue publicado por bando el acuerdo clasificado de popular, proclamando una junta compuesta del Virrey Cisneros como presidente y de los señores Saavedra, Castelli, Sola e Inchaurregui. El pueblo pareció satisfecho de esta elección y los españoles se felicitaron de haber salvado del peligro de un trastorno fundamental viendo triunfante la autoridad del Virrey. Muy diferente sensación produjo tal inesperado desenlace en el club reunido a las ocho de la noche en la casa del señor Peña… Era pues necesario deshacer lo hecho, convocar nuevamente al pueblo y obtener del cabildo se prestase a reconsiderar ante otra reunión popular la sanción de la víspera… Se aproximaba el alba sin que aún se hubiese convenido sobre los elegibles. Hubo un momento en que se desesperó de encontrarlos. Gran zozobra y desconsuelo para los congregados en ese gran complot de donde nació la libertad de la República. La situación cada vez presentaba un aspecto más siniestro. En estas circunstancias el señor Don Manuel Belgrano, mayor del Regimiento de Patricios, que vestido de uniforme escuchaba la discusión en la sala contigua, reclinado en un sofá, casi postrado por largas vigilias, observando la indecisión de sus amigos, púsose de pie y súbitamente y a paso acelerado y con el rostro encendido de su sangre generosa, entró en la sala del club (el comedor de la sala del señor Peña), y lanzando una mirada altiva en rededor de sí y poniendo la mano derecha sobre la cruz de su espada: ¡ Juro dijo, a la Patria, y a mis compañeros, que si a las tres de la tarde el Virrey no hubiese sido derrocado, a fe de caballero yo lo derrocaré con mis armas¡… Luego todos volvieron a ocuparse de los candidatos y cuando parecía agotada la esperanza, don Antonio Berutti pidió se le pasase papel y tintero y como inspirado de lo alto, trazó sin trepidar los nombres de los que compusieron la Primera Junta.”(16).El tercer aspecto de esta última triada, refiere a la identidad entre el ideario de Mayo y el masónico.Si reflexionamos un minuto sobre el simbólico y bello aserto del Libro de la Ley Sagrada - la Biblia-: “. . .por sus frutos los conoceréis”, no ha de resultar una temeridad afirmar que lo que el movimiento revolucionario de mayo produjo y plasmó en la sociedad civil, no fue más que la manifestación externa del ideario humanístico de la masonería, sintetizado en su lema de LIBERTAD, IGUALDAD y FRATERNIDAD.El denominado “Espíritu de Mayo”, como ya se dijera, base y programa del ordenamiento constitucional argentino, reconoce como su más importante fuente a las enseñanzas de la masonería vinculadas con la soberanía popular, la autodeterminación de los pueblos, la igualdad jurídica, la división de poderes, la representación, las libertades de pensamiento, expresión y conciencia, tan largamente trabajadas y estudiadas en la serenidad de los templos y bellamente labradas en el corazón de cada masón.Para los masones, el “Espíritu de Mayo”, encarnación político-institucional del “Espíritu Masónico”, debe ser motivo de permanente recordación entre nosotros; de la misma forma en que la conducta de quienes precedieron ha de ser motivo de emulación; pero como la obra comenzada en mayo de .810 lejos está aún de ser terminada, es obligación de la ciudadanía argentina, preparada para ser del mundo y abierta a los desafíos de sus tiempos, continuar con esos trabajos.


CITAS:

(1) Gómez de Silva, Guido, Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Española, Fondo de Cultura Económica, Méjico, p. 691.

(2) Diccionario Universal Enciclopédico, Plaza y Janes editores, Barcelona, 1995.

(3) Bazot, M. , Manual de la Francmasonería, Angeres, 1845, Tomo II.

(4) Frau Aubrines y Rosendo Arúst Arderiú, Diccionario Enciclopédico de la Masonería, Editorial Kier, Buenos Aires, 1962, T 2, p. 862.

(5) Pigna, Felipe, Los Mitos de la Historia Argentina, Grupo Editor Norma, Buenos Aires, 2004, p. 218.

(6) Idem., p 220.

(7) González Calderón, Juan, Derecho Constitucional Argentino, J. Lajouane Editores, Buenos Aires, 1930, T 1, p. 3.

(8) Belgrano, Manuel, Autobiografía, en Los Sucesos de Mayo, Ed. Jackson, Buenos Aires, 1945, p. 117.

(9) Luna, Félix, Historia Integral de la Argentina, Ed. Planeta, T 5, p. 380.

(10) Palcos, Alberto, Prólogo a los Sucesos de Mayo, op.cit., p. XVIII.

(11) González Calderón, Juan, op.cit., p.17.

(12) De Gandía, Enrique, La Independencia de América y Las Sociedades Secretas, Ed. Sudamérica - Santa Fe, 1994, p. 118 y ss.

(13) Idem., p. 125.

(14) Miller, John, Memorias del General Miller, Ed. Emecé, 1997, p. 259.

(15) Lappas, Alcibíades, La Masonería Argentina a Través de sus Hombres, Buenos Aires, 1966.(16) Guido, Tomás, Reseña Histórica de los Sucesos de Mayo, en Los Sucesos de Mayo, op.cit., p. 185 y ss.


Conmemorar la Revolución de Mayo de 1810, conlleva la necesidad de rescatar los tres aspectos etimológicos del vocablo: Hacer memoria, Honrar la memoria y Hablar de esa memoria.Tradicionalmente, los homenajes a la fecha patria, reconocen sólo dos de estos aspectos: el honrar y el hablar -triada filofófica y básica-. En efecto si se repasan tanto los desarrollados a nivel educativo como luego los institucionales, observamos que, básicamente se dirigen a reivindicar la figura de los protagonistas, honrando así su memoria o a mencionar circunstancias, las más de las veces anecdóticas y pueriles sobre el acontecimiento, hablando de esta manera del acontecimiento, sin llegar casi nunca al tercer y más importante aspecto, es decir el Hacer o el Construir la memoria del hecho Revolucionario.Se advertirá que, a esta última finalidad se aviene con particular eficacia no sólo la definición vulgar de la voz “triada”, sino la complementaria y enriquecida del neoplatonismo, que ve en la misma, a más del conjunto de tres cosas o personas, la unión del ser, la inteligencia y el alma de las cosas y los acontecimientos (4).La utilización del ternario, sus diversas acepciones y derivaciones en el trabajo de esta noche, no han de verse únicamente como juego dialéctico, etimológico o simbólico, sino como un medio particularmente masónico de edificar la memoria de la Revolución de Mayo 1810, a partir de un conjunto de triadas, usualmente pasadas por alto, y de las cuales, la primera, está dada por la propia estructura del acta suscripta entonces que consta en el Cabildo, la que analiza sólo tres aspectos del hecho histórico, en el siguiente orden: antes que nada, sus antecedentes, en segundo lugar la Revolución en sí, y finalmente, la participación en dicho movimiento.


Algunos de sus Antecedentes.Razón le asiste a Felipe Pigna cuando afirma que “los hechos de Mayo son absolutamente inexplicables sin la comprensión necesaria de la situación europea”(5).Una triada de nombres, usualmente no mencionados, pueden constituir un primer modo de acercamiento a la comprensión de aquella situación. Nos referimos a JAMES WATT, MANUEL GODOY y a Doña CARLOTA JOAQUINA.El primero, nacido en Birmingham, Inglaterra, el 19 de enero de 1.736, aprendió de su padre el uso de las herramientas y útiles náuticos. A la vez, su pasión por las matemáticas lo trasladó a Londres, lugar donde a más de la docencia, pudo dedicarse al estudio de los usos y aprovechamiento del vapor, logrando desarrollar la “máquina de vapor” que le daría celebridad. La genial invención habría de difundirse inmediatamente en Gran Bretaña, pasando luego a Francia y al resto del continente europeo. Este hecho tecnológico significó el nacimiento de la industrialización a gran escala, de la producción en masa, a la vez que cimentó el afianzamiento del capitalismo; circunstancias todas que confluyeron a gestar el fenómeno universalmente conocido como “revolución industrial”, operándose a partir de la misma los más profundos cambios no sólo en lo económico, sino también en lo político y en lo social.En lo que hace al tema que nos ocupa, creemos que lejos habría de estar nuestro James Watt de tal siquiera imaginar que este movimiento, derivado de su inventiva y amor a la mecánica, devendría en lo inmediato en el conflicto entre Inglaterra y Francia por el control de los mercados y tendiente a plasmar la preeminencia económica de alguna de las dos potencias. La necesidad de ubicar los productos, ahora fabricados masivamente, y la de asegurar las materias primas necesarias para su elaboración, involucran en la disputa a la América Hispana, tanto como potencial adquirente de los primeros, como proveedora de las segundas.El segundo, Don Manuel Godoy, natural de Badajoz, nacido el 12 de mayo de 1.767 supo desde joven granjearse la simpatía de la Corte Española, al extremo de que a los 22 años se erige en el favorito del Rey Carlos IV y amante de su esposa, la reina María Luisa. Desde tan privilegiada posición, puede decirse que desde 1.789 maneja los destinos de España para contento de sus amigos y desgracia de sus enemigos. Entre aquellos deben contarse a los partidarios de las luces y de la educación y entre los últimos a los ultramontanos, sostenedores del poder eclesiástico. A la vez que puso freno a la inquisición, permitió el regreso a España de los judíos, propulsó la educación creando Colegios y Universidades entre las que destacan el real Colegio de Medicina, el Cuerpo de Ingenieros y la Escuela de Veterinaria. Sin embargo, la posteridad ha de recordarlo como el responsable directo de la caída del reino español en manos de Napoleón, luego de las vergonzosas abdicaciones de Bayona que culminaron con el alejamiento de Carlos IV y posteriormente de su hijo Fernando VII.Tampoco creemos que por la mente del “favorito” Godoy, pasara que tras la pérdida de España, de alguna manera por él permitida, se facilitaría en gran medida la tarea emancipadora americana, al darle a los patriotas su más sólido argumento ideológico-jurídico, basal de la civilización occidental: La desaparición de la metrópoli revertía la soberanía en el pueblo, el que a partir de ese momento, tenía el derecho de darse un nuevo gobierno.La tercera, Doña Carlota Joaquina, hija de Carlos IV, hermana de Fernando VII, nacida en 1.755 y casada con Juan VI de Portugal, en la idea, concebida por Floridablanca, de afianzar la unión entre España y Portugal, supo distinguirse como mujer enérgica, interesada en los asuntos públicos y de grandes ambiciones. La invasión napoleónica a Portugal en 1.807 hizo que la Corte Portuguesa se trasladase a Brasil, instalándose en Río de Janeiro e intentando extender sus dominios al Virreinato del Río de la Plata. Su condición de única miembro de la familia real española en libertad, alimentaron sus ansias en tal dirección, no habiendo sido pocos sus partidarios entre los patriotas de mayo.(6)No pensamos que la Infanta haya presupuesto, que la prodigalidad de sus ambiciones, señalase a los Americanistas del Plata la necesidad de acortar los plazos y acelerar las decisiones, en vistas de una situación europea que, a 1.810 se presentaba como inmejorable a sus designios independentistas.El análisis de los antecedentes, obliga a considerar también la influencia que sobre los acontecimientos de Mayo de 1.810 debe atribuirse al “absolutismo español”. El estudio del mismo nos permite arriesgar una nueva “triada”, ya que como bien señala Juan González Calderón, el absolutismo de España se manifestaba en lo político, lo económico y lo religioso. (7)El absolutismo político, instrumentado por el nombramiento de las autoridades ejecutivas y administrativas por el rey; la legislación de Indias dictada en la Metrópoli, con expresa prohibición de representación popular alguna que significase la participación de los naturales, tendía a la formación de dóciles vasallos en vez de ciudadanos libres. Esto, sumado al desprecio de que eran objeto los americanos por parte de los españoles europeos, fue produciendo una diferenciación en dos clase sociales que tendrían la oportunidad de enfrentarse en el movimiento de mayo.El absolutismo económico, caracterizado por restricciones injustificadas al comercio y un sistema fiscal opresivo, imponía a las colonias el peso de una metrópoli que se reservaba para sí altos lucros en la intermediación con la nueva Europa industrial, negando a sus dominios americanos la posibilidad de un contacto directo con ella, con la consiguiente doble ventaja que este hecho hubiese implicado, primero en cuanto al pago de menores precios de importación, y segundo por la mayor ganancia derivada de la exportación de los productos locales.El tercer elemento de esta triada, el absolutismo religioso, implantado a través de la legislación indiana, que hería al americano en lo más profundo de su ser, violentando arbitrariamente su libertad de conciencia. Basta recordar la Ley 28, lib. 1º, tít. 1 que establecía la confiscación de la mitad de los bienes a todo aquel que muriese sin “confesar devotamente sus pecados y recibir el santísimo sacramento de la Eucaristía, según lo dispone nuestra Santa Madre Iglesia”. En sentido similar, la Ley 15, lib. 1º, tít. 24, disponía “que no se concedan licencias para imprimir libros en sus distritos y jurisdicciones, de cualquier materia o calidad que sean, sin proceder la censura, conforme está dispuesto y se acostumbra”.


La Revolución IluministaA modo de introito, vaya una triada de citas:“En el mes de mayo, me mandaron llamar mis amigos de Buenos Aires, diciéndome que era llegado el caso de trabajar por la patria para adquirir la libertad e independencia deseada, volé a presentarme y hacer cuanto estuviese a mis alcances”. Manuel Belgrano.(8)“La Revolución de Mayo de 1810, es el acontecimiento más importante ocurrido en estas tierras en el siglo XIX . . . marcó el comienzo de trascendentes transformaciones políticas, sociales, culturales e ideológicas en la sociedad rioplatense”. Félix Luna. (9)“Los sucesos de Mayo merecen ser estudiados en sus menores detalles. Anuncian la alborada espléndida de una nación de inmenso porvenir”. Alberto Palcos.(10)Remarcada por los citados la importancia del tema, antes de su desarrollo, concédaseme una licencia a fin de poder remontarme brevemente a la etimología de la voz “mayo”. Es posible que estas breves separatas del tema principal aparezcan como ociosas, pero al rescatar la importancia de esta ciencia como “historia de las palabras”, de hecho que la misma puede ayudarnos a desentrañar los primeros conceptos de los vocablos. En tal sentido, recordemos que el mes de mayo es el tercero del calendario masónico y quinto del gregoriano. De sus orígenes latinos rescatamos la voz “maius” de significación mes de “maia”, Diosa de la primavera entre los antiguos romanos, lo que aseguraba a su mes la prodigalidad en dones. De allí, la tal vez inconsciente coincidencia con la precedente cita de Palcos en cuanto a la palabra “alborada”, utilizada por éste a modo de nacimiento o génesis de la nueva Nación.Disgresiones aparte, cabe ahora adentrarnos en el tema de fondo: “La Revolución”.En aras del orden propuesto en el epígrafe, se propone a los lectores una primera triada para la consideración del hecho revolucionario. Partiendo de la llegada al Puerto de Montevideo de la fragata inglesa “John Paris” el día 13 de mayo, con la noticia de la caída de Sevilla en manos de Napoleón, se precipitan los acontecimientos en Buenos Aires, en una sucesión cronológica de tres fechas de cuyo análisis no podemos prescindir: el Cabildo Abierto del día 22, la Contrarrevolución y el Cabildo del 25.La primera, la del cabildo del 22. Antes y más allá de su trascendencia en orden al resultado de su decisorio, debe rescatarse por su valor como expresión primigenia de la soberanía popular en esta parte de la América. De los 450 invitados, concurrieron 251, de los cuales 94 eran comerciantes, vecinos y hacendados, 93 empleados y funcionarios, 60 jefes y oficiales de mar y tierra, 27 profesionales liberales y 25 clérigos y frailes. La cuestión medular a determinar era responder al interrogante de saber “si se ha de subrogar otra autoridad a la superior” que ejercía el virrey en nombre de Fernando VII, y en caso afirmativo, ¿en quién debía recaer la designación?. No viene a cuento reseñar las largas discusiones sobre el particular, sino enfocar la atención sobre los aspectos más relevantes del debate, rescatando al efecto una triada de oradores, que resumen las distintas posiciones. Al primero que nos referimos es al Obispo Benito de Lué y Riega, quien enfáticamente negó el derecho de los americanos para hacer innovaciones en el gobierno, rescatando el hecho de que las Indias eran propiedad de España y de sus hijos quienes eran los únicos con derecho a gobernarlas. La soberanía del gobierno residía en España y era privativa de españoles. Correspondió a los masones Castelli y Paso rebatir dichas argumentaciones y sentar con singular acierto la doctrina de la autodeterminación soberana de los pueblos. Castelli, formado en Chuquisaca, ilustrado tanto en las doctrinas de la soberanía popular de Domingo de Soto, Francisco Suarez y Francisco de Vitoria, conocía por otro lado las más modernas concepciones contractualistas de Rousseau, Hobbes y Locke. Sostuvo en la oportunidad que habiendo caducado la España, con ella también lo han hecho sus autoridades, correspondiendo en consecuencia al pueblo reasumir la soberanía y designar las autoridades que estime convenientes a sus intereses. Como bien señala González Calderón (11), correspondió a Paso completar la exposición fundando la legitimación de Buenos Aires para actuar en nombre de todo el Virreinato, cuando sobre el particular señaló que “así como los hermanos o los amigos podían tomar legítimamente el negocio ajeno para beneficiar al ausente . . ., así una capital o un pueblo enterado del peligro común, tenía la facultad y el derecho de tomar la gestión del asunto, sin perjuicio de someterse después a la aprobación de sus condóminos o consocios . . .”. Las exposiciones reseñadas, fundantes de una nueva concepción referida al ejercicio de los derechos políticos, fue aprobada con amplitud, estableciéndose que el virrey debía cesar en el mando.El segundo aspecto de la triada se vincula con la contrarrevolución orquestada desde el Cabildo, el que desconoció el pronunciamiento del pueblo a instancias de elementos realistas y reaccionarios, estableciendo en contra de lo expresamente decidido, una Junta de Gobierno encabezada por el Virrey antes depuesto.Si bien los sucesos del 25 son ampliamente conocidos, no podemos dejar de remarcar que sólo la decidida acción del grupo patriota impidió la concreción de la maniobra contrarrevolucionaria, instaurando lo que la posteridad ha conocido como el “primer gobierno patrio”, objeto de esta conmemoración.No podemos cerrar el capítulo revolucionario, sin mencionar una triada de sus efectos, que como principios básicos informan la Constitución de la Nación y constituyen los pilares sobre los que descansa nuestro sistema republicano: la soberanía popular, el sistema federal y el principio representativo.


La Participación MasónicaDurante años, la participación de la masonería en los sucesos de mayo de 1810, ha sido objeto de múltiples discusiones y no menos desencuentros. Sin embargo, se puede afirmar sin temor a equívoco, que a la Masonería Rioplatense de la época, no sólo le cupo una decidida acción en dichos acontecimientos, sino además, que su intervención resultó decisiva para el éxito del movimiento revolucionario.La aparición de nuevas obras sobre el tema, la reconsideración de antiguas fuentes documentales y la tarea de jóvenes investigadores deseosos de profundizar esta cuestión, han contribuido grandemente a echar luz sobre el particular. Así por ejemplo, un muy documentado trabajo de Enrique de Gandía, el examen minucioso de la autobiografías de Saavedra, Belgrano y Guido y los más recientes estudios de Patricia Pasqualli, permiten arribar a la ya esbozada conclusión de que: la actuación de las logias y de los masones del Río de la Plata fueron determinantes en los acontecimientos de Mayo de 1.810.Para el estudio del tema, podríamos arriesgar una última triada, siguiendo el orden siguiente: -El Estado de la Masonería en el Río de la Plata a principios del siglo XIX-; -La Actuación de los Patriotas Masones- y -la Identidad entre el Ideario Revolucionario y el Masónico-.En la “Independencia de América y las Sociedades Secretas”, Enrique de Gandía (12) realiza un pormenorizado análisis sobre el primer aspecto. Sostiene que para 1810, la masonería había adquirido importante desarrollo en Buenos Aires. Entre los testimonios citados, figura el del General Enrique Martínez, el que en carta a Andrés Lamas declara que “desde época remota existía la sociedad masónica y Peña y Vieytes pertenecían a ella”. La época a la que refiere es la del Virrey Sobremonte, cuando la logia fue descubierta a raíz de una fuerte tormenta que arrastró mandiles y demás ornamentos. Agrega el General que la Jabonería de Vieytes era el lugar donde se reunía la logia “Amigos de la Libertad”.Tales circunstancias hacen que Gandía arriesgue que ya para 1.795 existían trabajos masónicos en la capital del virreinato. Menciona a la muy conocida Logia San Juan de Jerusalén fundada en 1.804 por Juan de Silva Cordeiro, y cita a Ignacio Núñez, que en sus recuerdos afirma que las Invasiones Inglesas contribuyeron grandemente al fortalecimiento de la labor masónica.Por su parte, Francisco Grilló, en sus “Episodios Patrios”, revela una comunicación de la Gran Logia de Versalles de 1795, dirigida a la Logia Independencia de Buenos Aires. Sobre esta misma Logia, el Coronel inglés Santiago Burke, narra que cuando se iba de la ciudad en 1809, fueron a despedirlo “un número de las principales personas del lugar, mis viejos amigos de Independencia”.El General Miller, de hecho poco afecto a la masonería, escribe en sus “Memorias”: “un club, llamado la logia, se ha introducido con el objeto ostensible de promover la emancipación de la América Española . . .”(14).Los testimonios citados, revelan que a la fecha del movimiento emancipador, la masonería era importante en Buenos Aires y se expresaba a través de varias logias, entre las cuales, las más conocidas históricamente han sido la San Juan de Jerusalén, la Independencia o Amigos de la Libertad y la Sociedad de los Siete, todas anteriores a la Lautaro..La importancia del estudio de la segunda cuestión, referida al accionar de los patriotas masones, queda de manifiesto por el protagonismo que los mismos tuvieron durante los sucesos revolucionarios y en la conformación de la Primera Junta de Gobierno.Los autores citados, a los que podemos sumar el Dean Funes, Zinni y Alcibíades Lappas, coinciden en cuanto a la pertenencia masónica de: Saavedra, Belgrano, Moreno, Matías Irigoyen, Donado, Chiclana, Paso, Castelli, Nicolás Rodríguez Peña, Berutti, Guido y Vieytes, entre otros muchos (15). Muchos atentos lectores podrán advertir que los masones enunciados fueron los principales protagonistas del cabildo del 22, se los sucesos posteriores y del gobierno emanado del movimiento revolucionario.Más que ilustrativo respecto al rol de la Orden y de los masones resulta el testimonio del General Tomás Guido, quien en sus Memorias revela tales circunstancias de modo insuperable, atendiendo a su condición de protagonista. Dice el ilustre militar y masón respecto a la tarea de los masones al tomar éstos conocimiento de la pretendida contrarrevolución: “En la tarde del mismo día fue publicado por bando el acuerdo clasificado de popular, proclamando una junta compuesta del Virrey Cisneros como presidente y de los señores Saavedra, Castelli, Sola e Inchaurregui. El pueblo pareció satisfecho de esta elección y los españoles se felicitaron de haber salvado del peligro de un trastorno fundamental viendo triunfante la autoridad del Virrey. Muy diferente sensación produjo tal inesperado desenlace en el club reunido a las ocho de la noche en la casa del señor Peña… Era pues necesario deshacer lo hecho, convocar nuevamente al pueblo y obtener del cabildo se prestase a reconsiderar ante otra reunión popular la sanción de la víspera… Se aproximaba el alba sin que aún se hubiese convenido sobre los elegibles. Hubo un momento en que se desesperó de encontrarlos. Gran zozobra y desconsuelo para los congregados en ese gran complot de donde nació la libertad de la República. La situación cada vez presentaba un aspecto más siniestro. En estas circunstancias el señor Don Manuel Belgrano, mayor del Regimiento de Patricios, que vestido de uniforme escuchaba la discusión en la sala contigua, reclinado en un sofá, casi postrado por largas vigilias, observando la indecisión de sus amigos, púsose de pie y súbitamente y a paso acelerado y con el rostro encendido de su sangre generosa, entró en la sala del club (el comedor de la sala del señor Peña), y lanzando una mirada altiva en rededor de sí y poniendo la mano derecha sobre la cruz de su espada: ¡ Juro dijo, a la Patria, y a mis compañeros, que si a las tres de la tarde el Virrey no hubiese sido derrocado, a fe de caballero yo lo derrocaré con mis armas¡… Luego todos volvieron a ocuparse de los candidatos y cuando parecía agotada la esperanza, don Antonio Berutti pidió se le pasase papel y tintero y como inspirado de lo alto, trazó sin trepidar los nombres de los que compusieron la Primera Junta.”(16).El tercer aspecto de esta última triada, refiere a la identidad entre el ideario de Mayo y el masónico.Si reflexionamos un minuto sobre el simbólico y bello aserto del Libro de la Ley Sagrada - la Biblia-: “. . .por sus frutos los conoceréis”, no ha de resultar una temeridad afirmar que lo que el movimiento revolucionario de mayo produjo y plasmó en la sociedad civil, no fue más que la manifestación externa del ideario humanístico de la masonería, sintetizado en su lema de LIBERTAD, IGUALDAD y FRATERNIDAD.El denominado “Espíritu de Mayo”, como ya se dijera, base y programa del ordenamiento constitucional argentino, reconoce como su más importante fuente a las enseñanzas de la masonería vinculadas con la soberanía popular, la autodeterminación de los pueblos, la igualdad jurídica, la división de poderes, la representación, las libertades de pensamiento, expresión y conciencia, tan largamente trabajadas y estudiadas en la serenidad de los templos y bellamente labradas en el corazón de cada masón.Para los masones, el “Espíritu de Mayo”, encarnación político-institucional del “Espíritu Masónico”, debe ser motivo de permanente recordación entre nosotros; de la misma forma en que la conducta de quienes precedieron ha de ser motivo de emulación; pero como la obra comenzada en mayo de .810 lejos está aún de ser terminada, es obligación de la ciudadanía argentina, preparada para ser del mundo y abierta a los desafíos de sus tiempos, continuar con esos trabajos.